Dentro ya no queda nada, más que el recuerdo de aquel ayer…
Ya no hay nada… solo unas cuantas lágrimas que aún no han
salido, pero que si miro el cielo por las noches tal vez no haya necesidad de
derramarlas.
Poco a poco me fui dando cuenta de que dentro de mí ya no
hay nada, solo un recuerdo de aquel ayer que por poco a veces olvido.
Y no importa, no importa si se queda o si emprende una
marcha hacia el olvido.
Basta mirar al cielo por las tardes y encontrarle formas a
las nubes para suspirar y soltar los nudos en la garganta que puedan atorarse.
No importa si hoy te olvido, porque con el paso de los días
me he dado cuenta de que dentro de mí no hay ya nada, solo el recuerdo del ayer
que ya no añoro.
Y es que cuando miro al cielo y veo las pocas estrellas que
hay, recuerdo que así mismo hay muy poco de ti aquí adentro, que con las
lágrimas poco a poco todo se fue.
Y de verdad ya no importa nada, porque sé que si miro al
cielo y veo el caminar de la luna recordaré que sigo viva, y así como la luna
sigue aun en tormentas, ventiscas y hasta eclipses, no se detiene, sigue su
curso… tal vez lastimada, tal vez cansada, pero sigue ahí sobre mí,
demostrándome que aun a pesar de todo ella está ahí viva, dándome el alivio de
que dentro de mí ya no hay nada…
Ya no hay nada que me haga necesitar de ti, de tus besos
fríos y miradas vacías, que así como el Sol solo sale por un momento, mi
corazón pude vivir plenamente sin su calor, así como sin tu amor… Tardío y sin
sentido, vacío y olvidadizo…
Y es que dentro de mí ya no queda nada, solo el recuerdo de
aquel ayer que no debió ser…
Y está bien, porque si miro al cielo, me doy cuenta de que
tal vez en algún lugar del mundo alguien más lo mira, un alguien que tal vez si
sea para mí…
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